Desde ayer que no puedo más que quedarme boquiabierto con el cinismo del presidente de Bolivia, Evo Morales. En una entrevista en vivo que se le hizo ayer al Mandatario por Canal 7 sobre el TIPNIS, Evo Morales trató de desprestigiar la marcha argumentando que "la marcha es de carácter político", acusando a los indígenas de venderse a los intereses de los madereros ilegales y al señor Rafael Quispe de haber realizado llamadas a la embajada de Estados Unidos, dando cifras incluso de minutos hablados, diciendo públicamente que la llamada fue "pinchada" por el gobierno.
Justamente, ¿de dónde Evo Morales obtuvo este detalle de llamadas? De acuerdo a Sacha Llorenti, el gobierno contaba con la autorización del fiscal Félix Peralta para realizar intervenciones a los dirigentes indígenas. ¿Con qué motivo habrá emitido dicha orden y cuándo lo habrá hecho? Y por cierto, ¿por qué el Presidente tiene estos registros? Asumo que si es por investigación criminal, deberían estar en manos de la policía y no arruinar el caso advirtiendo a los dirigentes que los están espiando; me parece que ahí detrás hay gato encerrado.
Por su parte, los medios de prensa no explotan este tema, sino que (como decía Carlos Mesa en su artículo en Página Siete este domingo), el subconsciente del boliviano se acostumbró tanto al autoritarismo del presidente, que atropellos a la privacidad como estos, proclamados con tanto cinismo, pasan como anecdóticos y hasta normales, como fuentes de información fiables.
En el artículo de hoy en Página Siete escrito por Nancy Vacaflor (Reanudan marcha y el diálogo se aleja en el conflicto TIPNIS) un supuesto analista político (que al parecer trabaja en el Viceministerio de Autonomía) trata de darle fuerza a la entrevista del Presidente subrayando que estas son las pruebas de que la marcha es meramente política y exhorta a los marchistas a demostrar que las pruebas son falsas. ¿Es crimen hablar con norteamericanos? ¿Encima tienen que demostrar algo sobre los registros ilegalmente obtenidos por el Presidente? Parece que el Presidente ha comenzado a perder todo sentido de cautela y legalidad y su egocentrismo y autoritarismo se abrazan para darle un julepe a la frágil institucionalidad y por tanto, a la pobre democracia del país.
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