viernes, 19 de agosto de 2011

LO QUE QUISO COMPROBAR EL PRESIDENTE.

Hola a todos, y sobre todo a mi blog, el cual quedó sumamente abandonado desde el año pasado. Es momento de relanzar el blog, por lo que trataré de mantenerlo más actualizado (tantas cosas que pasan y no digo nada).

Comienzo abriendo el año con el artículo número 440 de Flavio Machicado Saravia para FIDES. Flavio fue profesor mío en la carrera de economía y es preciso decir que es un hombre a quien le guardo un profundo respeto y admiración, pero también y más importante, un cariño especial.

Pues bien, a partir de ahora publicaré (con permiso de Flavio Machicado) los artículos que Flavio escriba para FIDES. Para evitar violar los derechos de autor de Flavio Machicado, su artículo estará centrado, para así no confundir mis comentarios y opiniones.

Lo que quiso comprobar el presidente.

Aunque ya han pasado varios días del Mensaje presidencial del 6 de Agosto, conviene volver a recapitularlo, especialmente ahora que existen los nubarrones de una crisis mundial generalizada, que está dando lugar a múltiples esfuerzos en materia económica, sobre todo fiscal, particularmente de los países más desarrollados, empezando por los Estados Unidos de Norteamérica.


De hecho, se busca lograr nuevos equilibrios entre variables económicas tan básicas como el ahorro y la inversión, la oferta de bienes y servicios con su contraparte, el consumo, a la par de construir un telón de fondo y proceso, donde se produzca el milagro del empleo, cada vez más reducido, al menos en la proporción necesaria en la medida en que la población aumenta.


En los últimos tres siglos - en medio de espectaculares avances tecnológicos, que si bien fueron imaginados, no se pensaba que podrían ser alcanzados y superados tan rápido- la población aumento de una manera inesperada, con el agravante que cada vez habrán más personas de la tercera edad, que ya no produce, en proporción de la que está en “edad económicamente activa”, con una base social de niños y jóvenes, aunque más estrecha, pero con la esperanza de incorporarse algún día a un empleo estable y compatible con las expectativas que se ve en los ámbitos mediáticos y escaparates, donde reina la meta de la riqueza personal y el consumismo.


El Presidente en su mensaje, al comparar los índices de crecimiento del PIB de su gobierno, con relación al período anterior, quizás pretendió mostrar que lo hizo mejor, agregando además que se trata de una gestión cualitativamente diferente, el Socialismo del Siglo XXI, contra el Neoliberalismo. Obviamente, el Presidente seguramente está convencido de esta hazaña producto de la información que le brinda su equipo económico, que sabiendo la realidad y el sentido de las proporciones, le pinta un panorama que es conveniente aclarar, al menos a la opinión pública, que no tiene por qué saber del significado real de esta comparación y de los números de la macroeconomía.


De partida, un crecimiento de la economía menor al 5% anual no representa un mayor cambio desde el punto de vista global, menos desde una perspectiva del bienestar personal, salvo en un grupo menor de la población que es la que –debido a la mala distribución del ingreso- se beneficia en una mayor proporción del producto. Por esta razón trató de mostrar que el crecimiento de la economía había favorecido a una mayor cantidad de población indicando que un millón de personas ahora se han incorporado a la “clase media”, lo que representa un 10% de la población total. Es posible que estas personas con la aparición de los diferentes bonos y con la ampliación de la ocupación informal y el incremento de la cadena de producción de la coca, ahora tiene algo más de ingreso, pero es tan vulnerable como el mantenimiento de los precios de las materias primas en el largo plazo.


Este crecimiento del 5%, con una población que crece alrededor de un 2.5%, podría dar lugar, de mantenerse indefinidamente, a que los bolivianos de aquí a más de 100 años tengamos el ingreso por persona que actualmente tienen los argentinos, lo que no es un panorama muy halagador. O sea tener un punto más de crecimiento con relación a un período en el que se vivió una crisis severa y con precios de nuestras materias primas deprimidas, no es una comparación que diga mucho o, mejor dicho, no significa nada, habida cuenta de la presencia actual de los altos niveles de precios de nuestras materias primas nunca vistos desde que nacimos a la vida republicana. Para pensar en una proeza económica digna de ser enunciada tendría que ocurrir lo que sucedió en Corea del Sur, que partió mucho más abajo que Bolivia y ahora ostenta un nivel de ingreso similar al de los países más desarrollados.


Lo que debe saber el Presidente y la opinión pública, es que efectivamente en la década de los años 60, donde se dio un golpe de estado, hubo una invasión extranjera y la política no eran una taza de leche, la economía creció en promedio en un 5.5%. Es decir, los años de mayor crecimiento en la historia económica de nuestro país que se dio básicamente por la conexión de la economía del occidente con la del oriente, abriendo un horizonte de producción y de inversión muy grande. Además, se iniciaba la era de la cooperación americana sin mayores restricciones (Alianza para el Progreso), a fin de evitar el “contagio” de la revolución cubana que se había inclinado por la Unión Soviética en los inicios de la “guerra fría”. En el 2008 hubo otro fenómeno, como es el resultado de la maduración de la inversión de la mina San Cristóbal, por la cual el PIB creció en 6.8%.


Bolivia, con un Ahorro Interno equivalente del PIB, que es lo que tuvo en promedio desde 1960, no puede crecer por si sola más del 2.5% año, que equivale al crecimiento de su población, tal como se demostró en uno de los Capítulos de mi libro “Historia Económica de la República de Bolivia 1952-2009. Por lo tanto, existen factores estructurales que impiden un mayor rendimiento de la inversión que equivale a 4% del PIB por cada 1% de crecimiento, salvo que haya una mayor productividad en el uso del capital, como ocurrió en los años 60, que fue de 2.6%, por cada 1 % de crecimiento.


En consecuencia, se debería incrementar el Ahorro Interno, lo que es mucho más difícil o estimular la inversión extranjera que es lo que, en verdad, no quiere el gobierno, ya que su objetivo final es el establecimiento de un Socialismo del Siglo XXI, que cada vez está más difuso o sus autores intelectuales no han terminado de inventarlo, quedándose en una consigna venezolana, lo que reitera nuestro permanente carácter de sociedad y economía dependiente. Obviamente, se deben hacer muchas cosas más, como dar saltos en materia educativa, construir una sólida estructura institucional y, lo más importante, la recuperación de la confianza, que solo es posible a través de un Pacto Social en serio, que limite el autoritarismo y la discrecionalidad, enterrándose de paso el paternalismo estatal que tanto daño hace a la sociedad en su conjunto. El mensaje Presidencial, lamentablemente careció de proyección y visión de futuro, además de explicarnos cuales fueron los resultados de la gestión pública, tal como lo manda la Constitución.

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