sábado, 30 de mayo de 2009

Simón Bolívar Quispe y José Antonio de Sucre Mamani



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Con motivo de la celebración de los 200 años del primer grito libertario en Chuquisaca, el presidente de Bolivia decidió no hacer acto de presencia en la capital del país. En cambio optó por visitar El Villar, una locación a 35 kilómetros de la capital, donde podría celebrar con sus bases (vale decir sus electores) el bicentenario de Chuquisaca. Como alegremente expresaría Esteban Urquizo, de quien espero no tenga lazos familiares conmigo por facho, nada más ni nada menos que el principal dirigente de la Federación de Campesinos de Chuquisaca, "No sería bueno volver a sentir el odio y la discriminación de los racistas del Comité Interinstitucional, como pasó el año pasado. Ellos tiene su propio Comité del Bicentenario, por eso nosotros vamos a celebrar, por separado, con el pueblo, con nuestra gente, por eso hemos invitado a nuestro presidente Evo Morales para que esté con nosotros" (TeleSur).


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¿Nuestra gente? Me siento incómodamente excluido en este momento. Durante la celebración, Juan Morales reescribió nuestra historia. Primero señaló que la llegada de Colón a América fue para explotar recursos naturales y eliminar a todos los indígenas, que en realidad 1492 fue una invasión (¿qué mentiroso Colón, haciendo creer a todos que había encontrado una ruta a las Indias, cuando en realidad sabía que estaban yendo a esclavizar a medio continente? Con razón la reina vendió sus joyas para dichosa noble causa). Después, que los únicos próceres de la independencia fueron Tomás (Tupak) Katari y Juana Azurduy. ¿Y los criollos? Parece ser que los criollos llegaron y se aprovecharon del movimiento indígena revolucionario (que casualmente planteaban la reivindicación de la relación directa con el Rey de España sin intermediarios. No parecían necesitar la liberación del "yugo" español). Entonces, ¿qué hay con Bolívar, motivo central de la revolución liderada por el Comandante en pleno siglo XXI? Además que parece apuntar que luchó entre los años 1770 y 1780 por la liberación de América (es decir, desde el más allá, antes de que siquiera su madre decidiera concebirlo), parece ser que en la nueva lectura de la historia de Bolivia, Bolívar no tenía la culpa que llamaran a nuestro país en su honor, por lo que él (y también Sucre) no eran criollos aprovechadores de la causa indígena, sino simples soldados que se vieron engañados por la historia y el orgullo del hombre. De hecho, ni siquiera eran criollos; otros criollos se unieron a la lucha que ellos continuaron. ¿De qué estudio nuevo, con carbono 14, habrá obtenido el presidente la información que Bolívar y Sucre no eran criollos?


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En resumen, el presidente ha necesitado llamar a odios y resentimientos para hacerse escuchar. Habla de grandes masacres, luchas heroicas de nuestros pueblos por más de 500 años, sin darse cuenta que en realidad toda la dominación contra la que él lucha se encuentra dentro de la prisión de su propia mente, así como culturalmente dentro de la mente de todos aquellos que se sienten inspirados por esta llamada a la lucha. No es la primera vez que con engaños y mentiras, aprovechando los propios miedos y falta de educación, se movilizan a las masas hacia el enfrentamiento. Bolivia cae en una espiral de fascismo de la cual será muy difícil salir. Pronto será común escuchar que todo aquello que es diferente es el causante de todas las penurias que tenemos. La falta de crítica respecto a la propia historia, el racismo propio de sociedades atrasadas como la nuestra (de ambas partes siempre), el control social que obligan a pensar de un solo modo, la falta de diálogo constructivo, en donde la diferencia de ideas se resuelve primero con el puño y luego con la mente; conllevan necesariamente a buscar respuesta en pasados oscuros e inciertos de los cuales se tiene poco vestigio, en cuya historia si no se conoce se inventa. A fin de cuentas, ¿quién sabe mejor que yo cómo pensaban mis abuelos acerca de… lo que sea?

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